lunes, 5 de mayo de 2008

Autores de ruptura: Marx, Nietzsche y Freud

Introducción

La importancia de analizar las visiones históricas de los tres autores de ruptura; Marx, Nietzsche y Freud reside en lo necesario que es realizar una deconstrucción de los discursos hegemónicos de la modernidad para saber los conceptos fundamentales que los constituyeron y a partir de los autores de ruptura poder analizar tanto las alternativas diferenciales como los puntos de continuidad.
Creo que es necesario cristalizar la historia y entender esta post modernidad no como algo dado sino como una construcción y así poder cuestionar los modelos institucionales y las formas culturales vigentes para dar lugar a nuevas construcciones, no como discursos hegemónicos anulando a los otros sino como alternativas frente a lo ya establecido.

Marx dice que el ser social determina la conciencia y no viceversa. El individuo no puede ser considerado como aislado de la sociedad (red de relaciones de los hombres en función de la producción del trabajo), ni no ser un producto de la historia (sucesión de diversas generaciones). El hombre es un ser político, no solamente un animal social sino un animal que solo puede individualizarse en sociedad. Marx dice que la esencia de la subjetividad humana es práctica, el sujeto es un sujeto práctico pero no esta disociado de la teoría. Es por esto que critica a la ideología que crea una falsa conciencia en tanto la emancipa de la realidad (de la praxis) y es vista como generadora (cuando en verdad es un producto), es la ilusión de que el hombre aparece conforme a la naturaleza, en tanto puesto por ella, la cual hay que anular vía el pensamiento, pues es una formación de este. Marx se opone al sujeto concebido en lo espiritual o ideal que solo contempla y sostiene que son las condiciones sociales (materiales) de existencia las que determinan las ideologías, estas no son algo eterno, sino la representación de los deseos de la clase dominante disfrazados de un interés universal y no son las ideas las que dominan al mundo sino los intereses materiales que gobiernan las ideas. En otras palabras esto es que la infraestructura o estructura económica (conjunto de relaciones sociales de producción y modo de producción) la que determina a la superestructura (ideologías, conciencia, etc.).
Por lo tanto si las condiciones reales son las que determinan las ideas no hay un sustrato innato, una esencia, sino que esta tiene que ver con la praxis (producir los propios medios de existencia). Marx ve toda forma social histórica como transitoria, no como natural. El hombre transforma a la naturaleza en función de sus necesidades y en forma conciente, no es solo un animal que trabaja sino también un animal que produce sus medios de subsistencia, por lo que el trabajo es natural y social a la vez y al relacionarse con la naturaleza los hombres se relacionan entre si y es esto lo que dará lugar al modo de producción, formado por las fuerzas productivas (medios de producción y fuerza de trabajo) y las relaciones de producción (relaciones que en el proceso productivo establecen los agentes intervinientes).
El modo de producción capitalista establece relaciones de producción en las cuales interviene el capitalista, dueño de los medios de producción y que necesita mano de obra, por ende el otro agente es el proletario, quien esta obligado a vender su fuerza de trabajo para subsistir. Estas relaciones definen las clases sociales, según quien posee o no los medios de producción y por ende las diferencias entre ellas y sus luchas (que hace ala historia).
El sistema capitalista sujeta a los sujetos, produce alineación, es decir separa a los hombres de sus medios de producción y subsistencia y así los hombres alienados de su propiedad se ven forzados a vender su fuerza de trabajo a los capitalistas. Esa fuerza de trabajo que vende (que no le pertenece) se objetiviza (se hace objeto) en mercancía sobre la que el trabajador no tiene control alguno. Es la incapacidad del hombre para realizarse como sujeto. El trabajador pierde el dominio sobre el resultado de ese trabajo y el proceso de trabajo y producción lo va enajenando de su capacidad o habilidad para trabajar.
El obrero no se afirma en su trabajo, sino que se niega ya que es un trabajo no voluntario sino impuesto (o por razones jurídicas o por necesidad) atado a la propiedad privada y por lo tanto no es libre, el hombre es solo libre cuando come y procrea. Así es como lo bestial (instinto) se vuelve humano y lo humano (trabajo) se convierte en bestial (trabajo alienado).
Bajo el capitalismo y el sistema de propiedad privada el hombre se vuelve extraño al hombre, no es dueño de su trabajo, ni de su relación con los demás, como tampoco es dueño del producto de su trabajo. Este producto se comporta como independiente de sus productores, este que se subjetiviza es la mercancía. Es decir, se presenta como teniendo relaciones entre si, entre los objetos y entre los hombres, porta, como dice Marx un carácter místico. Este no brota de su valor de uso sino de su valor de cambio cuando deja de lado su valor real, la mercancía, dice Marx, proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo como si fuese un carácter material de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y como si por tanto la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de sus productores. Se genera un fetichismo de la mercancía, donde estos objetos metafísicos ocultan la relación social concreta establecida entre los hombres, se realiza una abstracción del trabajo humano (de su desigualdad real). El valor es una relación entre personas disfrazada bajo una envoltura material, lo que quiere decir, según Marx, que los hombres al equiparar unos con otros en el cambio sus diversos productos lo que hacen es equiparar entre si sus diversos trabajos, como modalidades de trabajo humano. El dinero es la forma acabada de mercancía y cumple un pernicioso papel ya que no hay una asociación entre individuos, sino una asociación entre capitales (es alma de la sociedad actual).
El sistema capitalista es alienante, condena a los hombres a una vida inhumana, según Marx este debe ser negado y superado por una alternativa de sociedad mas humana, justa y libre (sociedad comunista), ya que no es un modelo dado por naturaleza sino una producción cultural y como tal puede ser transformada.

Se podría decir que Marx continua con las ideas filosóficas del iluminismo que sostenían que los hombres tenían una capacidad ilimitada de perfeccionarse a través del uso de la razón, consideraba que había progreso histórico en tal punto que se llegaría a la perfección total. Hay en Marx una concepción de que la sociedad evoluciona hacia un destino mejor.
La idea de dialéctica hegeliana tiene una base idealista (la idea se expresa y se va desenvolviendo a lo largo de la historia) Marx descarta esta concepción idealista y espiritualista y solo toma la idea de dialéctica a la cual le da una base material (materialismo), la base de los conflictos de la dialéctica esta en la infraestructura.
También se podría destacar que Hegel se oponía al voluntarismo político (la actitud del que se queja del mundo y construye utopías al margen del desarrollo histórico) y en esta misma línea Marx va a criticar al socialismo utópico y voluntarista.




Para Nietzsche el ser no es otra cosa que voluntad de poder, esta no constituye una propiedad de los seres sino la esencia misma de todo cuanto es. Es la energía vital que rige un juego de fuerzas incesantes en conflicto permanente, cada una de estas fuerzas (activas y reactivas) posee su perspectiva particular desde la cual interpreta y valora al mundo de acuerdo a sus intereses vitales. Estas no se anulan (no hay síntesis, ya que las fuerzas se necesitan mutuamente, porque es el conflicto lo que hace a la vida) pero si pugnan por dominar una a la otra por lo tanto todo ser (no solo el hombre) es una voluntad dominadora y creadora. La voluntad de poder no es un deseo, ni una carencia sino una virtud creadora y donadora (da y crea sentidos, crea valores, significados) que en su interior conlleva al azar, por ende nunca se puede prever el resultado del conflicto entre fuerzas.
En la cultura Occidental dominaron las fuerzas reactivas hubo una preeminencia de estas y por lo tanto devino la voluntad de poder negativa., esto es una interpretación y valoración de la vida como decadente, “un cansancio de la vida, llena de oposición a la vida”. Nietzsche dice que los juicios de valor sobre la vida no pueden ser verdaderos nunca, que el valor de la vida no puede ser tasado. Solo importan como síntomas, signos de un problema en el valor de la vida como la ecuación socrática: razón = virtud = felicidad, esta era la forma de conducir hacia abajo a los instintos que querían hacer de tiranos, la forma en que Sócrates se proclamo como el portador del remedio para no perecer. Y la racionalidad se presento como la salvadora haciéndose la luz, contra los apetitos oscuros. Sin embargo esta racionalidad a cualquier precio, dice Nietzsche, es tan solo una enfermedad distinta y síntoma de la decadencia y vida descendiente, es el triunfo de las fuerzas reactivas, apolíneas sobre las dionisiacas.
Es el fetichismo perverso de la razón, un remedio (toxico) para tapar la enfermedad, los instintos desbordados. Es la razón como fetiche la causa de que se falsee el testimonio de los sentidos, que se desprecie el devenir como realidad actual, que se cree la idea de sustancia, causalidad, finalismo y que se introduzca la idea de agentes y acciones. Sin embargo estos son errores, no existe ningún ser detrás del hacer, del actuar, del devenir, tan solo que el agente ha sido ficticiamente añadido al hacer, el hacer es todo. Sin embargo Nietzsche dice que nos vemos cogidos en el error ya que estos se encuentran cuando avanzamos hacia el conocimiento, no es posible en un punto absoluto de las ideas. Entonces nos vemos necesitados al error ya que este motoriza la búsqueda, el devenir y por ende la vida, esta sería despreciada si existiera una verdad absoluta. Es por esto que la historia de Occidente es la historia de un error que crea la fábula de un mundo verdadero (diferenciado del aparente) porque domina el instinto de recelo frente a la vida la cual parece un “valle de lagrimas”. Pero con la noticia de que Dios ha muerto los valores suprasensibles que habían regido la existencia humana mueren también . La idea de una compensación en el transmudo, en el mas allá donde reinan el bien, la verdad, la justicia se nos revela como algo inalcanzable, desconocido y como desconocido sin poder, “ es una idea que se ha vuelto superflua, inútil, una idea refutada”. Y cuando “ se hace claro el origen de estos valores nos parece que el universo se desvaloriza, pierde su sentido”. Aquellos valores tenidos como supremos pierden su validez, los que obraban como fundamentos de la cultura occidental, esas ambiciosas construcciones del conocimiento humano comienzan a perder fuerza normativa. Los valores basados en al razón, fuente del progreso indefinido se nidifican Cuando se devela esta mentira enraizada en la interpretación cristiana- moral del mundo el escepticismo es lo decisivo, ya que la decadencia de esta interpretación, al no tener ya sanción alguna, después de intentar refugiarse en un mas allá, termina en nihilismo. La interpretación metafísica, ahistorica del mundo llevaba consigo al semilla del nadismo, esto es el hecho de buscar un fundamento trascendente, inmutable y necesario, convertir la nada en realidad suprema (que da lugar a la separación entre verdad e historicidad). La actitud metafísica del hombre era sentir repugnancia por el devenir, el cambio y negar la vida buscando un fundamento de verdades absolutas porque no soporta su esencial condición de finitud, el carácter temporal y contingente de la vida. Esta situación de orfandad (humanidad huérfana, que no encuentra un Dios padre del cual se pueda obtener respuestas) crea la comodidad del nihilismo pasivo, desinteresado por la creación de valores, lo cual es una expresión de la voluntad de poder negativa.
Nietzsche dice que no hay que anular lo reactivo pero sí transformarlo activamente, no quedarse en la voluntad de nada (como occidente) sino lograr devenir en una voluntad de poder afirmativa, una afirmación de la vida en tanto diferencia negando la negación como poder autónomo porque se afirma la vida en su eterno devenir transfigurador. De esta afirmación derivaran los nuevos valores, la transmutación de valores que es un cambio de cualidad de la voluntad de poder, una aceptación de la finitud y afirmar, crear a partir de esta (nihilismo activo), es decir interpretar creativamente el mundo, ya que este es una realidad a descubrir, a crear. Por lo tanto el hombre debe ser un interprete histórico y reconocer la multiplicidad de perspectivas y de la ficción como condiciones ineludibles de la vida y el conocimiento. No hay sujeto objetivo sino sujeto como resultado de un conjunto de fuerzas interpretativas, de una configuración de nuestras afecciones, de la voluntad de poder. El ser es voluntad de poder, “un mar de fuerzas corrientes que se agitan en si mismas, que se transforman y discurren eternamente, un mundo que cuenta con innumerable años de retorno, un flujo perpetuo de sus formas”. Y será el superhombre, en su perpetuo devenir quien se afirmara en su eterno retorno (de lo mismo pero diferente), quien eternamente se metamorfoseará y transfigurará su propio ser, quien se superará a si mismo soportando y transformando el constante querer querer de las fuerzas en juego. El superhombre en su querer devenir querrá no conservarse sino hacerse mas fuerte para instalarse belicosamente en la existencia.

Nietzsche constituye un punto de vista totalmente antiiluminista. No hay una historia universal luminosa ni progreso; la modernidad con sus luces, con su ciencia y su desarrollo tecnológico han contribuido mas a la perdición que a la realización del hombre . La cultura Occidental es una cultura de decadencia.


Freud apunta a uno de los pilares de la psicología del siglo XIX: a la conciencia. Su teoría rompe con la psicología y psiquiatría clásica, que circunscribían sus estudios al campo de la conciencia. La ruptura se produce a partir de la te matización de la vida psíquica inconsciente, que Freud plantea a raíz del análisis de los casos clínicos. Freud rompe con la dicotomía cartesiana (mente y cuerpo separados) que mantenía la idea de hombre como ser racional, dotado de conciencia al introducir que lo psíquico influye en el cuerpo y se manifiesta a través de este como es en el caso de la histeria de conversión, los síntomas, etc. Y por ende también sostiene que hay un tratamiento del cuerpo, por parte de la sociedad y de la familia que tiene implicancias sobre lo psíquico.
Con Freud se realiza un cambio en la temporalidad, aparte de acentuar y diferenciar el tiempo lógico del cronológico, él se sitúa desde una situación actual y resignifica las manifestaciones (a posteriori, retrospección) el sujeto inconsciente es atemporal y la historia se constituye a partir de su relato. Al decir que una representación es reprimida (desalojada) de la conciencia indica que hay un lugar no conciente, es decir un lugar desconocido y esto es lo que a Freud le importa, por lo tanto hay una inversión del saber absoluto del medico, ya que hay un inconsciente desconocido, el cual ni siquiera es accesible al sujeto. Con esto afirma que los sujetos no son solo pensamiento racional, sino que existen representaciones inconscientes que se desplazan y condensan según un principio no controlable y con una lógica distinta al de realidad. En otras palabras, que el hombre no domina a su conciencia, que es inconsciente. Este sujeto es netamente pulsional y a medida que se socializa va regradiendo y va adoptando posiciones sublimatorias, esto es como de animal instintivo pasa a convertirse en ser.
Freud rompe con la racionalidad al ampliar los limites de la conciencia y lucha contra la racionalidad científica ya que el estudiaba casos y no objetos (por lo tanto no tenia estatus científico). Su método rompe con el tradicional de la psicología experimental cuando después del método que implica contacto corporal con el paciente utiliza la asociación libre, lo cual tampoco podía ser admitido por la ciencia de la época. Mucho menos la idea de escisión en el yo del sujeto implicada por la desmentida (mecanismo de defensa contra los reclamos de la realidad exterior). Frued observo claramente la escisión del yo en el fetichista, quien desmiente la percepción traumática (castración materna) y en su lugar, para sustentar su desmentida, la sustituye por el fetiche. “Por lo tanto el fetiche es el sustituto del falo de la mujer (medre) en el que el varoncito ha creído y no quiere renunciar” y así mediante este ocultamiento impide el horror ante el objeto sexual para que este se vuelva querible y soportable.

A pesar de la energética ruptura que ejercen las ideas de Freud sobre las de la modernidad se podría decir que el sigue ligado, desde un punto de vista, a la racionalidad ya que al principio intenta buscar las causas de orden biológico y organicista de los síntomas, por lo tanto también hay una ligazón con la psiquiatría de la época. Además intenta encontrar universales como la neurosis, el complejo de Edipo y de castración, también se desprende la prohibición del incesto como universal y no tiene en cuenta las distintas modalidades que este puede adquirir. Por ultimo, con respecto a su método, se podría decir que queda ligado a la ilusión de querer hacer conciente lo inconsciente.

Tanto Marx, Nietzsche como Freud escriben en un contexto político, económico y social, en una coyuntura histórica determinada y están determinada por la misma.
Si bien podemos ver en su producción vestigios del pensamiento imperante de la época (siglo XIX), los tres se presentan con autores de quiebre para su época, sus producciones están dirigidas desde tres enfoques distintos a desenmascarar la hipocresía del pensamiento hegemónico o imperante. Por lo tanto sus producciones no son si inocentes ni casuales.

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